Una noticia cualquiera
El discreto encanto de ir a trabajar en lancha a la Ciudad Los servicios unen Nordelta y San Isidro con Puerto Madero. El abono mensual cuesta $ 3.900.
Así titula en su edición de hoy "el gran diario Argentino" una nota sobre el fenómeno de las personas que viajan diariamente en lancha colectivo de lujo, desde sus residencias del norte del GBA al microcentro porteño.
Quisimos tomar un tema cualquiera, casi aleatorio, que describiera una situación muy actual y aparentemente sin demasiada incidencia en nuestras vidas particulares. No estamos considerando, huelga aclararlo, mudar nuestros domicilios a zona norte y abandonar el viejo y querido "tren Roca" (volveremos a hacer referencia a este apellido) y adoptar el estilo de viaje de la lancha VIP. ¿Qué nos proponemos entonces? Intentaremos identificar en el artículo conceptos que hemos estado repasando en clase, como un ejercicio y una forma de desnaturalizar lo dado.
A primer golpe de ojo, y ayudadas por las fotografías que muy sugestivamente acompañan al texto de referencia, una no puede sino pensar "¡Ah... pero qué maravilla!" para detenerse, una milésima de segundo después, en la segunda palabra del título: DISCRETO. Ahí se activan las neuronas (menos mal) y una intenta hacer encajar semejante adjetivo con la temática desarrollada en el texto. Y fracasa. Y dice: "se están burlando de mí". Y ¿cómo es que tan fácilmente (este diario llega a millones de personas) se burlan de la gente? ¿Qué puede tener de discreto el acto de tomar una lancha de lujo cada día para llegar al laburo, con azafatas que sirven el café y toda la parafernalia correspondiente? ¿Será que es discreto porque no lo vemos? ¿Porque los millones que nos desplazamos por la gran urbe por tierra cada día no conocemos esa realidad, no sentimos el aroma del café humeante a bordo? En ese sentido, sí, es muy discreto. Quizás el título sólo sea un guiño en referencia a "El discreto encanto de la burguesía" (la película), y todo esto, partiendo de la nota sobre las lanchas que cualquier lector/a del diario consume desde el asiento del colectivo que no es como el asiento de las lanchas, hasta la película occidental y blanca a la que nos remite, encarna la hegemonía y nos baja un mensaje, que como en el currículum oculto, subyace y refuerza mandatos: Alguna gente está viajando mejor que vos. Alguna gente ya llegó. La felicidad de esos rostros podría ser la tuya, si te esforzás lo suficiente. Hay sujetos (blancos, impecables, bien vestidos, del género masculino) siendo servidos por una moza (blanca, cabello aclarado) que viven en el mismo territorio que vos, no son escandinavos, ¡son argentinos! y ya convirtieron la experiencia diaria de viajar al trabajo en un placer.
Una de las que cambió definitivamente su modo de viajar es Mayra González, que vive en Olivos y trabaja en una multinacional de Puerto Madero. “Vivo muy cerca de donde sale y trabajo muy cerca de donde me deja, así que me decidí. Conocí gente, puedo leer, a veces aprovecho para dormir”, cuenta.
Unos asientos más adelante, Luc Goutermanoff mira por la ventana hacia el río. Es francés, vive en Martínez con su esposa argentina y llega al Puerto de Olivos en una bicicleta que dejó sobre la cubierta. “Tengo dos horas y media en total de trayecto ida y vuelta hacia mi trabajo. Con esta opción combino viaje, un poco de deporte y una buena vista”, comenta en perfecto español.
Pará pará...¿Y si no trabajo en una multinacional ni me llamo Luc? Esta noticia no debería ser interesante para mí. No refleja mi golpeada existencia ni mis humildes orígenes. Porqué aparece en el diario y la consumo? Me representa? O representa al mundo de unos poquísimos pocos, pero refleja la cultura dominante, el horizonte al que nos hacen creer que debemos apuntar todos nuestros esfuerzos? Reproduce un ideal, está escrito con la tinta del liberalismo económico, y no escandaliza a las masas porque son pocos los que advierten lo atroz detrás de la aparición de un artículo aparentemente trivial o inofensivo. No hay, en el diario, denuncia social contra las empresas que "malmanejan" los transportes públicos, culpables en parte de la pésima experiencia que día a día viven quienes se desplazan en la zona de Buenos Aires. No hay denuncia en el diario contra las políticas que hacen la vista gorda hacia los estándares que deberían ser cumplidos en esta materia. Ni contra los políticos que quitan subsidios. Sí hay una noticia espléndida, optimista, casi que nos sonríe desde el papel, sobre lo bien que se viaja en lancha cuando vivís en un barrio de zona norte y trabajás en la zona de Puerto Madero. Ah, y podés gastar 4 lucas en transporte.
A los del Roca (este Roca que no nos extermina pero nos condena a una trashumancia infrahumana) nos queda mirarlo en las figuritas del diario. Porque no es tan discreto, al fin, ese viaje en lancha VIP. Ni inocente la publicación del artículo. El diario lo deja filtrarse, lo legitima, para que acá miles y miles de fisgones lo consumamos (sólo como noticia, jamás como realidad) sin desconfiar.